Por
Fernando Trujillo
Cuando era un adolescente y escuchaba a los adultos
a mí alrededor hablar de la juventud desperdiciada pensé que tenían una
mentalidad retrograda, es posible que los padres de nuestros padres digan lo
mismo de ellos pero en esa época de mi vida solo tome ese comentario como una
mera exageración propia de los adultos.
Actualmente las palabras “juventud desperdiciada”
adquieren un nuevo significado para mí, antes un joven de quince años era un
adulto, iba a la guerra, se casaba, en caso de ser noble heredaba y protegía
las tierras de sus padres, antes un joven tenía aventuras, se iba de la casa,
escribía poemas y relatos tal como hicieron Jack London, Arthur Rimbaud y hasta
Jack Keruack que viajo por las carreteras norteamericanas y esos viajes
inspiraron su novela “En el camino”.
Antes los jóvenes se enlistaban en batallones para
la guerra, buscaban un ideal pero actualmente ser joven significa estar
encerrado jugando videojuegos, buscar pokemones con una aplicación de celular, holgazanear,
estudiar una carrera, salir uno o dos días al antro con los amigos, salir con
tu novia, etc.
Aprovechar la juventud se ha vuelto un eslogan del
mundo moderno para ser todo lo contrario, desperdiciarla, desperdiciar fuerza,
vitalidad en actividades sin propósito que dan la apariencia de aprovechar ser
joven.
Los jóvenes están encerrados en sus cuartos jugando
videojuegos que cumplen sus fantasías heroicas, están viviendo en ciudades
aburridas, con entretenimiento vacío desperdiciando su fuerza vital, pensando
en vivir una vida burguesa.
Tan solo hace dos meses en Europa hubo una gran
marcha en homenaje a Dominique Venner en la que organizaciones nacionalistas
salieron a tomar las calles, jóvenes de Hogar Social Madrid, Amanecer Dorado,
CasaPound y Alternativ Europa agitaron las banderas, emprendieron la marcha,
enfrentaron la oposición antifascista, hordas de jóvenes vigorosos tomaron las
calles frente a la vista perpleja de los medios, de los inmigrantes ilegales y
por supuesto de los progres.
Fue un brote de acción juvenil, de aventura, de
luchar y de vivir que sin embargo los medios han llamado “muestra de odio”
porque para ellos el significado de disfrutar la vida es cazar pokemones y
salir al antro cada viernes
La sociedad posmoderna ha anulado el instinto de heroísmo
en pos de un bienestar artificial, descargamos nuestras fantasías y anhelos
heroicos en comics, videojuegos y películas de acción mientras engordamos y
desperdiciamos nuestra juventud.
Hemos de preguntarnos ¿Hemos vivido? Llegamos a la
mediana edad frustrados, con crisis existenciales, neuróticos sabiendo que
hemos desperdiciados nuestras vidas, sacrificados por una sensación de
bienestar.
Se nos ha impuesto un pacifismo, se nos ha ido
prohibiendo el heroísmo de forma inconsciente, la violencia heroica es vista
como psicosis por la prensa, se busca que los ciudadanos no puedan portar armas
y cuando un hombre honesto armado logra salvar a una multitud de un ataque los
medios lo ocultan cobardemente.
Porque para los medios un loco armado disparando
contra cientos es noticia, es primera plana y sirve a la agenda anti-armas, en
Florida un joven de dieciséis años que previno por medio de la violencia un
tiroteo en un autobús escolar fue suspendido ¡Por la misma escuela! El heroísmo
es un acto de virilidad, los medios y las escuelas no quieren héroes, no
quieren hombres libres sino autómatas sumisos.
A los jóvenes que marcharon el mes pasado la prensa
los catalogo de “peligrosos”, “neonazis”, “extremistas”, misma prensa que
defiende a los terroristas “refugiados” y que llama a los latin kings “asociación
cultural”.
En esta época se prohíbe a los héroes, a los hombres
fuertes, a los barbaros reemplazándolo por las “nuevas masculinidades”, por el
mangina y por el nerd.
Estos pequeños actos demuestran que el heroísmo y la
virilidad aún no están muertos, sino latentes en cada hombre.
Creo que si alguien representa el espíritu del heroísmo
y aventura en el siglo pasado ese fue Gabriele D’ Annunzio, una figura tan
fascinante y contradictoria bastante chocante para el posmodernismo de hoy.
Poeta, aventurero, guerrero, mujeriego, dandy, aviador,
loco y el padre espiritual del Fascismo, D’Annunzio fue un hombre que vivio,
que mantuvo un espíritu joven, tanto que pasados los cincuenta se enlisto en el
ejército italiano durante la Primera Guerra Mundial, aun cuando vio la carnicería
de la guerra continuo predicando la virtud de la batalla, la acción frente al
conformismo.
Después del conflicto el poeta junto con los Arditi jóvenes
aventureros, soldados, locos y soñadores se aventuraron en la magnífica Empresa
de Fiume, en la que tomaron la ciudad de Fiume para anexarla al Reino de Italia
pero después de que el rey lo considero un acto de locura, formaron su propio
gobierno, una TAZ o Zona Temporalmente Autóctona (como la llamaría después el
anarquista Hakim Bey) desde donde crearon todo un nuevo sistema de gobierno en oposición
al modelo occidental.
En Fiume la música era el principio fundamental del
estado, el comandante D’ Annunzio recitaba poesía desde los balcones, se hacían
lluvia de flores desde el techo, la constitución estaba bajo la advocación de
la “Décima Musa”, la que llevara a las naciones a la imaginación al poder (término
acuñado por el poeta y más tarde tomado por los movimientos de mayo del 68).
La revolución sexual, la poesía, la ecología, el
nudismo, el amor libre todos esos elementos los aplico D’ Annunzio antes que
los hippies pero a diferencia de ellos, el no predicaba la paz sino la guerra.
Hacer el amor y la guerra era su lema y era el lema
de todo joven vigoroso, todo Arditi y esa es la lección del poeta guerrero.
Todos los elementos fascistas como los uniformes
negros, los cráneos como insignias, el culto a la virilidad, a la juventud y el
brazo en alto estaban ahí, todos aportados por el genio D’ Annunzio y también que
las ideas de amor libre, la poesía y la ecología son compatibles desde una Cosmovisión
aristocrática y varonil.
Los hippies y los beatniks tomaron todos esos
elementos de la Empresa de Fiume pero tergiversados desde un americanismo
vulgar, cambiaron la guerra por una paz conformista que los término devorando
por el sistema burgués.
Otro autor que podía mencionar hace énfasis en la
revuelta y la aventura es Yukio Mishima, poeta, samurái, hombre de palabra y acción,
en su novela Caballos desbocados se
centra en un grupo de jóvenes nacionalistas que buscan eliminar a los políticos
corruptos que han traicionado a Japón y al emperador.
Mishima formo su propio grupo paramilitar llamado
Tatenokai (Sociedad de los Escudos) formado por jóvenes idealistas en busca de heroísmo
y hartos de la modernidad.
Tanto Mishima como D’Annunzio resultan figuras
chocantes al pensamiento actual, ambos predicaban la acción y el peligro frente
a la vida cómoda.
En ambos autores se hace énfasis en el binomio
juventud-heroísmo, en la búsqueda por vivir y trascender.
Así los Arditi de D’Annunzio y los nacionalistas de
la novela de Mishima se personifican en los actuales movimientos nacionalistas
que con banderas y espíritu inconforme salen a tomar las calles.
La apología al heroísmo debe de ser un acto
revolucionario frente a un mundo conformista, ir, vivir, hacer el amor, luchar
y ser un héroe. Los jóvenes de CasaPound y de Hogar Social Madrid han tomado
ese espíritu de rebeldía.
Muchos jóvenes quieren un mundo mejor y creen que
votando, estudiando, adentrarse en el Sistema para “cambiarlo desde adentro”
(algo que nunca va a funcionar) va a hacer un mundo más justo y pacífico.
Pero yo no quiero un mundo mejor, no quiero el mismo
Sistema pero mejorado, quiero un segundo Fiume, quiero que mis textos inspiren
a los jóvenes a la aventura.
Creo que los movimientos nacionalistas actuales están
inspirando a la juventud a salir de un letargo y empezar a sentir la locura por
vivir.
Hacer el amor y la guerra debe ser el lema de todo
joven que busque en la acción, la poesía y el heroísmo en su propia vida.
Agosto 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario